FOODFIES

Debatir sobre los profundos y rápidos cambios que se han generado a nivel social y cultural asociados al vertiginoso crecimiento del internet y la tecnología es a estas alturas, derramar  agua sobre el piso mojado y correr el riesgo de volverse redundante y aburrido. Sin embargo hago parte de ese grupo de rebeldes y sensibles que intentan a toda costa no dejarse sumergir por la inmensa ola de tendencias que componen ese gran océano que hoy son las redes sociales…y digo que lo intento, porque al igual que otros rebeldes y sensibles, a mi también me termino cayendo encima, empapándome hasta el tuétano. De no ser así, no me pasaría dos horas escribiendo esto y publicándolo en mi blog, para luego subirlo en mi pagina de Facebook y compartírselo a medio mundo con la única y sola intención de hacerme el gracioso, volverme mundialmente popular…y por ahí de paso lanzarme de cabeza a una piscina llena de dinero como lo hacia Tío Rico.

Ahora sin mas cuento y sin mas chiste (porque se que a la gente le causa profunda pereza leer mas de dos párrafos) me voy a enfocar en el tema que me tiene congestionado. Ya es algo viejo, dirán algunos, pero igual, tengo que sacármelo del sistema y no lo había hecho antes por problemas puramente técnicos…que es como llamamos los Pseudo escritores a ese momento en que se nos va la inspiración y se nos descompone el computador. En esta ocasión me he de referir al fino arte de la fotografía y a la manía de tomar fotos.
Paralelo al desarrollo y crecimiento de la red, lo hizo la tecnología. Y no simplemente la de los potentes cohetes de la Nasa ni la de los misiles que se usarían en las guerras de medio oriente; La tecnología que teníamos a la mano para hacernos la vida mas fácil y sencilla, también se inflaba, tan apetitosamente como una torta en el horno… así nos tenia, mirando vitrinas, con la ansiedad reflejada en nuestras caras, esperando a que se abrieran las puertas.

No se necesito mucho tiempo para que los dos mercados se encontraran de frente y nos dejaran con la boca abierta. Primero, la cámara digital. Ahí se vislumbro el primer cambio comportamental registrado en el siglo XXI producto de el uso de las tecnologías. No había terminado el dedo de abandonar el obturador y de desvanecerse la luz del flash cuando todas las niñas corrían a ver la pantalla de la cámara para verificar como habían salido. Al principio eran las niñas las que brincaban alborotadas, pero no paso mucho para que algunos “varoncitos” salieran corriendo en puntillas para ver si habían salido bonitos y así dar su aprobación para que la imagen fuese montada en el “feis”.
Luego vino lo mas lógico, ayudar a la raza humana para que su vida fuese aun mas sencilla y dependiente de la tecnología…la gran idea… reunir todo los aparatos en uno solo. El radio, las cámaras de fotos y video, el computador, la Internet, las grabadoras, las linternas y el teléfono…todo en un solo aparato que la humanidad entera veneraría y conocería como el Smartphone…ahí si, como diría Don Chelo…se jodio pindanga.

Esto de las fotos es un fenómeno mundial aceptable en la medida que es fácil comprender la facilidad que ofrecen las tecnologías actuales para compartir y eternizar ciertas situaciones cotidianas como un matrimonio, una fiesta de cumpleaños, o algún logro académico. Hasta ahí todo esta dentro de lo normal acostumbrado, pero la facilidad y la rapidez lleva a que la fotografía se convierta en un comportamiento social que puede ser comparado con alguna especie de síndrome neurológico…le tomamos foto a todo, cuando vamos al cine, cuando vamos  a visitar a la abuela todos los domingos, cuando nos estamos colocando la ropa para ir al Gym, si estamos viendo un partido de futbol en TV, si nos perdemos y queremos que alguien nos diga donde mierda es que estamos,  si no tenemos nada que hacer y estamos flojeando en la cama, si vamos para una fiesta y queremos que todos vean lo bonitos que quedamos, si el perro puso una cara tierna, si tenemos dos meses viviendo en “Mayami” y ya hemos podido comprar carro, si vamos caminando por el barrio y nos dimos cuenta de lo bonitos que están los jardines, si nos cruzamos con el Pibe Valderrama. En fin le tomamos fotos a todo lo que nos gusta…y también a lo que no nos gusta, porque de un momento a otro, todos nos volvimos reporteros gráficos y militantes pro-cualquier cosa. Esto ha dado origen a tendencias como el Selfie, el groupfie, el bedfie, el sexfie…palabrejas gringas que sirven para reunir en categorías las fotos que se toma uno solo, con los amigos, recién nos levantamos  o en el baño con ropa o en cueros, parando la nalguita frente al espejo. Hasta ahí, hasta ahí…todo aceptado, por lo menos en alguna de estas categorías me he hecho presente…no lo voy a negar…y a las pruebas me remito.
Pero hay otro fenómeno por ahí creciente, latente, insistente…e irritante (para mi)…y es la famosa foto del plato de comida. Si bien tomarle fotos a la mesa del buffet que se servía en la fiesta del matrimonio o del quinceañero es entendible por aquello de la decoración, esto que veo día tras día cuando inocentemente ingreso a las redes sociales a enterarme de la vida de todos mis amigos, pues no lo es…no me divierte, me irrita…no lo entiendo.
Yo he tenido una relación muy cercana con la comida (mis 120 kg de peso son testigo de eso); Una relación de amor y odio (amo ver un plato lleno hasta el borde y odio ver el caldero vacío) ¿pero eso de tomarle fotos al plato de comida?…mmmmmm…no se Ernesto…no se. Me hace pensar de todo, por ejemplo: nunca pudo comer esto…y ahora le toma fotos, O también: que fantoche…toma fotos del plato para que todos sepamos que fue a un restaurante caro, O tal vez: Ok, por lo menos es mas bonita que el plato de mondongo que tiene en frente.

Por momentos me convencí que el motivo de estas fotos eran la nostalgia por una pasada escases o simple charlatanería para demostrar un mejor estatus económico…pero no, ni habían pasado hambre ni tampoco estaban ostentando…es un fenómeno que sigo sin comprender, porque fotos con comidas hay para todos los gustos…desde la del filete con salsa francesa en un famoso  restaurante, hasta la foto del portacomidas que incluye carne frita, arroz de fideos y una tajada de salchichón. Por igual desfilan chorizos, empanadas, ensaladas romanas y rusas, helados, comida de autor, butifarras, platos exóticos de comida andina, pizzas, hamburguesas, platos típicos, comida gourmet, comida enlatada y congelada…y hasta he visto la foto de un simple plato de arroz blanco con un punto de salsa de tomate en el centro…como queriendo emular una obra arte pop al estilo de Andy Warhol.

Tengo contactos cuyos álbumes de fotos parecen la ultima edición de un libro de cocina y ver sus fotos producen la instantánea activación de mis jugos gástricos lo que irremediablemente me lleva a un frenético viaje de asalto a la nevera…lo cual nunca, termina bien, porque la nevera de mi casa es igual al Ártico, solo agua y hielo…bueno, no es así completamente, pero con ese despertar de hambre, a nadie se le da por ser vegetariano y por ponerse a cocinar. Confieso que ver estas fotos me ha llevado a desvariar, porque hay instantes en que juraría que todos mis contactos se han confabulado en mi contra, sincronizándose y colocando al mismo tiempo fotos de comida, justo en esos días del mes durante el cual el refrigerador esta tan desolado como una oficina de servicios públicos en día domingo. Entiendan que mis tripas me dominan y sufren cada ves que las expongo a estas imágenes…y mi estomago no es como los de todo el mundo, no señor…el mío es un saco grande y sin fondo…y para rematar parece que esta todo agujereado, no se llena con nada y el hambre que me produce ver esas fotos…es casi una tortura.

Otro momento difícil, es la reunión con los amigos en una pizzería, por ejemplo. No por el hecho de salir a comer, ni mucho menos quiero decir que el reunirse con los amigos sea aburrido. Lo que me afecta es el largo tiempo que transcurre entre la llegada al sitio y el momento de engullir la porción de la pizza. Primero los saludos y las fotos de rigor con cada uno, después con el grupo completo. Sigue el ponerse al día, es decir presentar el balance económico y el sentimental. Y por ultimo, escoger la pizza y pedírsela al mesero. Cuando llega la pizza a la mesa, sucede que no es hora de comer… ¡Es hora de tomarle la foto a la pizza!...primero la pizza sola, luego con todos, luego ver como salieron en la foto, luego etiquetar a los que están, luego esperar cuantos dan clic en “me gusta” y verificar quien comenta….mientras tanto yo tengo pegado el estomago a las vertebras… ¡es hora de comer!


En fin…esto no dejara de ocurrir por ahora, y yo no llegare a comprenderlo …y seguramente jamás verán una foto mía, sonriéndole a un plato de sancocho, porque cuando al fin logren sacar el celular, ponerlo en modo cámara, apuntarme y hacer clic…el plato estará vacío.

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