MI HISTORIA DE CARNAVAL

Por estos días no es raro ver, cómo afloran gracias a la Internet y a las redes sociales, cantidades innumerables de historias y anécdotas sobre el Carnaval de Barranquilla, en su gran mayoría , todas impregnadas de mucho amor y nostalgia por estas fiestas…y como no, si es el patrimonio orgulloso e indeleble de la principal ciudad del caribe…es mas, el Carnaval de Barranquilla, rompió fronteras hace rato y hoy por hoy , no solo es el principal evento cultural de la costa caribe, también es uno de los mas importantes en Colombia y es patrimonio oral e intangible de la humanidad…así que, es muy comprensible que acercándose las fechas de tan magno evento, propios y extraños, saquen pecho y tiempo, para hablar con orgullo y con amor del Carnaval de Curramba.

Es en este momento que me atrevo a manifestarlo públicamente, es aquí cuando todo empieza a decolorar y a perder brillo…mejor dicho…se empieza “a aguar la vaina”…y es solo porque, y aunque me da pena confesarlo y ponerlo por escrito….y me da mas pena que revelar que no me gusta la cerveza…La cosa es…que…a mi no me gustaba mucho el carnaval…uyyy!…que pena…pero lo dije ya. Y no tiene que ver con la fiesta en si, el folclor, el colorido, la música, la alegría, la fiesta…no, la situación es mas compleja y tiene que ver mas con mi poca tolerancia a los tumultos, el desorden, los estrujones…en fin a “el jala-jala” y a el “corre-corre”.

Muchos dirán: Eeeeeeeeeeeeche!!!!...y este man que ah?...culo de aburrío!... ¡si esa es la gracia!...ese es el vácile!...la gozadera! …Noooojoda si lo bacano es la culo e´recocha!

OK…de acuerdo…pero es que a mi eso no me gusta, por el contrario, en mi se generó un trauma. Se que no soy el único que se ha sentido o piensa de esta forma…afortunadamente para el dios Baco, somos muy poquitos.

Bueno, en fin…mi historia es esta:

Desde muy pequeño, siempre he sentido algo de fastidio por todo tipo de situaciones y celebraciones que fuesen impuestas y monótonas, entre otras el ir a misa, ir al colegio, ir al medico, visitar tíos y amigos paternos, comer helado de vainilla en las fiestas de cumpleaños ( cuando era niño…como que no habían inventado otros sabores), ponerme el uniforme de educación física, comerme toda la carne y todas las verduras (eso era antes…ahora me tienen que esconder el caldero) ,besar a las señoras cuando saludaba y dejarme pellizcar los cachetes…en fin…todas las cosas normales que le aburren a un niño…Ahora de adulto, existen diferentes situaciones igualmente impuestas y fastidiosas, y que no puedo dejar de hacer ni por equivocación…como por ejemplo ir al banco a pagar facturas y trabajar los lunes y los sábados por la mañana.
En mi época de infante, existía otro evento, otro ceremonial, que se repetía invariable e inmutable todos los años…estático e inflexible…y que siempre me tomaba por sorpresa…me “cogía fuera de base”…esto no era mas que ir en carnavales, el sábado a la “batalla de flores” y el domingo a la “gran parada”…no juegue…no había yo terminado de disfrutar la sensación de inmensa alegría que me causaba el no tener que ir por 4 días al colegio…cuando ya se me estaba arrugando la cara en el instante en que descubría a mi mama alistándose pa ir a la calle a ver el carnaval…nojoda que zipote vaina tesa pa un pelao que no le gustaba esa vaina.

Y ni modo de chistar, de rebelarse, o armar pataleta…cualquier intento de insubordinación era neutralizado inmediatamente con una mirada penetrante y con un corto pero singular y agudo chillido de chupada de dientes…yo quedaba helado, petrificado…de una sola pieza…”quieto en primera”…si esto por alguna casualidad, no causaba el efecto deseado a la primera oportunidad …pues mi mama no dudaba ni un segundo en pasar de la legal diplomacia materna, a las vías de hecho…así que una de dos, o me enterraba las uñas en el antebrazo o simplemente colgaba la correa mas gruesa que tuviese mi papa, en la perilla de la puerta…y que conste que las correas de hace 30 años no eran sintéticas y de cuerina como las de ahora…esas eran de un cuero duro y rancio que se había hecho mas ordinario con el pasar del tiempo…así que el efecto intimidante era bien efectivo.

Pero por favor, no piensen mal, no se imaginen que mi mama solo era un general de 4 soles, que impartía disciplina y orden estrictos…también es una mujer de carácter alegre y muy amiga del baile y del jolgorio…de aquellas que “prendían” el fandango en cualquier reunión bailando cumbia y haciendo equilibrio con una botella de ron blanco en la cabeza…Y como es de esperarse mi mama era la propia “María cámbenme” y por supuesto no se quería perder ni “la movida de un catre”…por eso nunca jamás se le paso por la cabeza dejarme al cuidado de mis abuelos y mucho menos el no ir a la batalla de flores o a la gran parada…”NI MUERTA!!!...NI POR EQUIVOCACION!!!! “vociferaba a todo pulmón cuando alguien se atrevía a insinuarle esa posibilidad.

Y es que el carnaval no era lo que es hoy, en esa época estaba muy lejos de llegar a ser “el organizado desorden” de ahora…nooo señorrrrrr!...empezando porque uno se tenia que chupar todo el desfile que duraba de 3 a 4 horas apretado, incomodo, temeroso, asoleado, con calor, hediondo,  ¡y de pie!…porque no existían ni las sillas Rimax ni mucho menos los palcos con whiskey, chuzo de carne y papayera. No solo era pasar semejante odisea de pie…sino que además, no se veía un carajo…de nada servia que uno llegara desde la 1 de la tarde, a coger puesto en el borde de la calle o en el bordillo de la acera, porque a lo que empezaba el desfile y se escuchaban las sirenas y le bulla de los tambores, la estampida humana era de tal magnitud, que yo siempre quedaba rezagado y tapado por un sin numero de viejas culonas y enmaizenadas que no me dejaban ver ni M…a mi esto no es que me afectara mayormente…yo hasta prefería ver ese horizonte lleno de nalgas de 14 kilates (atrévete-te de calle 13) que a un grupo de coyongos o a la danza del paloteo…lo que en ese momento me bajaba la nota era la empujadora insistente de mi mama diciéndome: métete…métete…métete…no seas pendejo…que te traje fue pa que vieras el desfile.

¡Uy si como no!... ¡si yo tenia unas gaaaaanas de venir! Eran mis pensamientos…ni pal putas iba a dejar que esa frase saliera de mi boca.

También hay que contar, que previo al desfile y si uno tenia la fortuna de quedar ubicado en el borde …o sea, “ de papayita” o “ de frente mar” pa ver el paso de los diferentes grupos, la cuota de sacrificio que tenia uno que pagar era soportar el raspón y las magulladuras que causaba el grueso cáñamo con que se frenaba al publico, pues en esos días la única forma de contener a la turba Killera era una gruesa cuerda que colocaban a todo lo largo del recorrido y que amarraban en los postes de la luz…una cuerda sucia y dura que sumado a el bolillo que le daban a los soldados cachacos y de pueblo que se traían pa que conservaran el orden, era lo único con que contaba el gobierno local para el cuidado de las fiestas.
Para colmo la única idea que tenían estos carajos de controlar el orden era simplemente empujar entre varios la cuerda y echar a la gente para atrás a punta de bolillo, yo creo que así fue como iniciaron las estrategias de control que usan hoy día LOS ANTIMOTINES y el ESMAD, cuando neutralizan las protestas de los estudiantes de la universidad Nacional.

Bueno…sigo el relato…en esa época el carnaval era bien diferente, no tenia ni la diversidad ni el colorido del que goza ahora, aunque el derroche de folclor , imaginación y alegría es un ingrediente de siempre…para mi la batalla de flores solo era un interminable y aburrido deambular de cumbiamberos y de congos…de vez en cuando que se aparecía alguien con un disfraz individual con detalles escatológicos o de orden Fálico o vaginal…yo que he sido morboso desde chiquito,  era lo único que disfrutaba y me alegraba la amargura del momento.

Y ni hablar de la tiradera de maizena y de agua…nojoda…el agua te la aguantabas y mientras el liquido estuviese frío, en medio de ese jopo de calor…hasta lo agradecías…malo era que lo que te mojara algo que estuviese medio calentito…

La tiradera de maizena; caramba…como detestaba yo que alguien ( que generalmente era alguna niña…a la que yo no me aguantaba) viniera por detrás y con una fuerza sobrehumana te sorprendiera y te llenara la cara de harina…nojoda…que vaina tan…Bueno, te quedaba la cara blanca como un pastel, se te llenaban los ojos, la nariz, la boca y hasta las orejas de esa vaina…y si te resistías y te movías era peor…mas sufrías y mas te la montaban…Yo por eso era de los que prefería salir con mi propia aplicación personal del “ maquillaje de maizena” desde mi casa…disque pa que nadie me echara en la cara…fracaso total, porque siempre se aparecía algún inmamable a llenarme la cara de maizena…debe ser por eso que veo tan raro que los cachacos en navidad se mueran por comer buñuelos y natilla(maizena) en las novenas…Eché!...si esa vaina no se come…eso es solo pa joder ensuciando a los demás en la calle.

Creo que a mi no era el único que le aburría este vandalismo carnavalero, la gente no se acuerda, pero antes de la aparición de los palcos de la vía 40, del Tanganazo y de la Fiesta del prado, muchos emigraban y huían para Santa Marta o para Cartagena en carnaval.

Bueno…en ese desfile de batalla de flores de la 43, se veía de todo…y todo el mundo era feliz, y gozaban y reían como la perdiz…todos, menos yo, que al filo de las 5 de la tarde me tambaleaba del cansancio y del aburrimiento…pues ya era mas que suficiente de tanta cumbiamba, monocuco y marimonda. El momento más feliz de esa travesía era cuando mi papa, quien era de mi bando pero igual que a mí le tocaba resignarse y chuparse todo el desfile so pena de que le “cortaran los servicios” o le sabotearan el almuerzo, miraba hacia la derecha y decía: Parece que esto ya murió…yo no veo que viene mas nada. Uuuuuffff…yo enseguida alzaba la cabeza y miraba a mi mama con ojos tristes, así como de santo de iglesia mal hecho, a ver si ella autorizaba la retirada…

Cuando ya al fin decía que si…ese momento era para mi era el clímax máximo de mi jubilo…eso y el buñuelo (que parecía una bola e´trapo) que vendían en la panadería 20 de julio y que era mi compensación por no armar escándalo. Al fin era feliz…ya se había acabado el desfile, ya tenia “enmuñecado” mi buñuelo con gaseosa…y también la firme promesa de ya nunca mas íbamos a volver a la batalla de flores…promesa que jamás fue cumplida, porque igual al día siguiente y en medio de mi inocente incredulidad, el ceremonial se repetía paso a paso, inflexible, inexorable e insalvable…era domingo de gran parada…Nojoda!

Bueno…esos fueron mis tiempos de infancia, pero algún día tenia que crecer. Después pude gozar de cierta independencia que sumada a la resignación de mis familiares que no entendían ni aceptaban mi renuencia a asistir a los folclóricos y anhelados eventos carnestolendicos, me dio algo de libertad y pude por fin descansar y dejar de ir a la batalla de flores y a la gran parada…bueno, en mi casa resignados…pero felices, pues ellos seguían gozando de la cumbiamba, del millo y de todas esas vainas…y no tenían que verme la carota larga y el ceño fruncido…felices ellos y feliz yo. Igual ahí les dejaba a mi hermano, que vivía feliz y contento brincando y participando de cuanto desfile y tumulto se armaba en torno al carnaval…Solo se le veía la cara en el desayuno.

Pero no paso mucho tiempo para que el dios Baco insistiera nuevamente en hacerme ir a gozar de las fiestas en su honor, esta vez se armo de un nuevo recurso…los amigos.

Nuevamente …yo inocente…y que siempre he padecido del Síndrome de Asís, que no es mas que una rara enfermedad que afecta las conexiones nerviosas del cerebro y que le impide al paciente pronunciar la palabra NO…pues accedí de nuevo ir a la batalla de flores. Accedí, porque también en parte, creía en ese momento que el fastidio por los carnavales era cosa de la niñez…y también fui, porque todos mis amigos aseguraban, que durante esas fiestas, era casi seguro deshacernos de la pesada e incomoda carga de la virginidad y así empezar bien temprano nuestro ejercicio de hacernos hombres y fornicar y fornicar hasta el final de los tiempos…

Aaaaahhh…lo del Síndrome de Asís, es pura paja…así que no lo busquen ni en Google ni en youtube.

Bueno…nos fuimos pa la batalla de flores…que todavía desfilaba en la carrera 43…¿y adivinen que paso?...pues ni lo uno ni lo otro…mi trauma y mi fastidio seguían vivitos, de entrada la clásica enmaizenada, quedamos con la misma decoración de una Dunkin donuts, yo estaba Fúrico…mis amigos en cambio, se cagaban de la risa y participaban alegres tirando maizena a diestra y siniestra…después…logramos colarnos y encaramarnos en una carroza…yo feliz porque además de que iba a estar cómodamente sentado, pues iba a ser edecán de una hermosa reina de carnaval…que desilusión, cuando la famosa reina llego, yo solo pude verle las piernas y los pies…las piernas eran mas gruesas y musculosas que las del hombre increíble…y se le notaban a la legua los pelos aprisionados por la media velada…y los pies!...eran inmensos…para que se hagan una idea, la sola uña era del mismo tamaño de una pantalla de celular ( de un 1100 pa ser preciso) por supuesto que salimos de ahí huyendo…pitados como busca pie…y cuando ya nos regreso el aliento…intentamos colarnos en el tumulto disque pa ver el desfile…cual desfile?...ni por equivocación pudimos meternos…y ese tampoco era el plan de mis amigos…quienes todavía tenían la idea de llegar menos pesados a la casa…pero que va…llegamos igual que cuando partimos…igual de vírgenes…el único polvo que echamos…fue la maizena.

Yo por supuesto, retomé mi juramento y me aferre con mas convencimiento a mi idea de no volver mas nunca a la batalla de flores y a la gran parada…pero Baco seguía insistiendo, y me enviaba Ángeles y querubines disfrazados de compañeras de colegio, de mas amigos, de una que otra cachaca que venia de vacaciones a la ciudad…con esta ultima treta si caí facilito en una ocasión y casi amanezco tirando paso en el tanganazo, años mas tarde. En fin Baco no cesaba en su intento de que yo gozara el carnaval…yo me le resistía con todas mis fuerzas…y el me atacaba con las trasmisiones en vivo de telecaribe, pero estas eran tan de mala calidad, que nunca me hicieron ni cosquillas…otras veces me lograba escapar para Santa Marta, pero hasta allá iba y me acosaba…era horrible…Hasta que un día, ya casi vencido, el pernicioso dios del vino y de la juerga, decidió jugarse su ultima carta…su arma mas potente…El Amor.

Así fue, como irónicamente y de manos de una hermosa novia rubia de ojos claros que tuve en alguna oportunidad, termine con la cara pintada y enfundado en uno de los disfraces más representativos y autóctonos de nuestras fiestas…El garabato. Todavía recuerdo la mirada asombrada y burlona de algunos, al ver mis enormes pantorrillas (que hasta ese momento permanecían anónimas) contenidas dentro de la clara, diáfana y estirada tela de la media color blanco, que hace parte del disfraz.

Por fin regresaba a la tan evitada batalla de flores, pero esta vez en la vía 40, donde la cosa se volvió totalmente diferente, pues yo ya no era el individuo aburrido e intrascendente que se quejaba y se perdía entre el bullicio de la gente y bajo el ardiente sol…no, me había convertido en otro ser, me había convertido en un actor del carnaval y formaba parte de el reparto de protagonistas de la fiesta…eso era otro cuento. La emoción que sentí al escuchar el sonido de los tambores, el grito de batalla del caporal, y las manifestaciones de animo y de aplausos de la gente…fue simplemente indescriptible, algo completamente nuevo y que llenaba mi espíritu de una alegría totalmente nueva para mi…era un nuevo color …un nuevo sentimiento.
Y ni hablar de la emoción de mi madre que estaba apostada unos palcos mas adelante, cuando al fin me vio…ahí, allí mismo, bailando en la calle ,disfrazado de colores y luciendo la capa que ella misma había bordado con canutillos y lentejuelas…allí estaba el pelao ese al que tenían que llevar obligado y refunfuñando al desfile…nojoda, al fin!...lo curioso de ese momento es que mi mama me reconoció por mi pareja…si hubiese mirado un poco mas abajo…me hubiese pillado por las piernas jajá jajá.

Bueno…ese fue la primera vez de cuatro desfiles de batalla de flores y de gran parada en los que tuve el honor y la dicha de participar, después le siguieron varias comparsas y algunas cumbiambas, fueron ocasiones muy especiales y por las cuales tengo que agradecer de todo corazón a esa novia rubia de ojos claros y a otros muy buenos amigos y compañeros de trabajo que insistieron y me invitaron a participar de la fiesta.

Hoy simplemente tengo que decir, que el trauma sigue ahí, pero igual también sigue mi incapacidad natural para decir que no, así que lo mas seguro, es que aunque refunfuñe y haga pataleta, ahí estaré de nuevo, disfrazado, con la cara pintada, con mi sombrero en la cabeza bailando cumbia o garabato…eso si, ya sin la cara larga y el ceño fruncido, el cual cambie hace algunos años por una gran sonrisa de alegría, de orgullo y de amor por el carnaval de Barranquilla, porque definitivamente…¡ Quien lo vive , es quien lo goza!

Guepajé!


Por:

Ernesto Carlos Herazo Vergara

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