GUACHERNA CON SORPRESITA

El carnaval de Barranquilla y sus múltiples desfiles, fiestas y bochinches, dan para todo. Se convierte en el espacio para el nacimiento de miles y miles de anécdotas, historias y recuerdos, muchas llenas de alegrías, otras tantas con situaciones increíbles y una que otra con alguna lagrima.
Esta es una de tantas, le ocurrió a la amiga de la amiga de una amiga mía. Así fue que la entendí:
“Hace muchos años que vivo en Bogotá, allí llegue al poco tiempo de haberme casado, nos trasladamos porque a mi esposo le surgió una muy buena oportunidad de trabajo. En la nevera nacieron nuestro tres pelaos, así que son en una ochenta por ciento rolos. En cierta oportunidad a mi marido le toco trasladarse por un mes a otra ciudad y me dejo en la nevera sola con los pelaos en plenas vacaciones y yo, como tenia casi 20 años de no saber del carnaval, pues decidí venirme esos días para Barranquilla y aprovechar un poquito.
Llegue dos días antes de la guacherna y yo estaba que me las pelaba por ir, pero no conseguí con quien hacer plan de ida para ver el desfile…todo el mundo me saco el cuerpo con la excusa del desorden , de la falta de plata, de la hora y hasta de que hacia mucho frio…nojoda, que frio ni que nada!...yo que acababa de llegar del congelador Bogotano…imagínense; Bueno…como mis ganas de guacherna estaban vivas y en ebullición, le pedí a mi hijo mayor que en esos días tenia como quince años, que me acompañara y el , tan serio y tan cachaco, pero a regañadientes accedió a acompañarme.
Bueno, nos fuimos temprano, nos ubicamos superbién, frente a una tienda de esquina, así que la provisión de águilas estaba asegurada, al igual que la música de fondo. La gente en su mayoría era adulta y conocida mía, por lo tanto no íbamos a padecer por pelaitos molestando y chillando con ganas de irse, ni por viejos borrachones dándoselas de poeta. Nos ubicamos en pleno bordillo y ansiosa y extasiada me senté a esperar el inicio del desfile, el cual no se demoro mucho en comenzar.  
Yo estaba súper alegre y por el rabillo del ojo me di cuenta que el hijo mío, cuando no se sentía observado, cambiaba su cara de seriedad por una sonrisa que le delataba su alegría y complacencia. Estábamos de pie, pues para mi era imposible quedarme quieta escuchando el millo y la canción de Esthercita, también estaba divertidísima mamándole gallo a cuando monocuco se me atravesaba, mi hijo que ya también estaba mas ambientado, trataba dentro de su limitada coreografía, seguirme el paso…pobre, si era la primera vez que iba a un desfile de carnaval.
En medio de tanta recocha y de tanto cumbiambero, tigre y marimonda, note que dos monocucos se devolvieron y caminaron en dirección nuestra…yo solo tuve tiempo de decir: ¿Y estos manes que?
Ya los tenia en frente, cuando ambos y al mismo tiempo, se quitaron la capucha y descubrieron sus rostros, yo recuerdo que tenia una sonrisa nerviosa y de oreja a oreja, pues creí que eran conocidos y yo ni me acordaba…pero los vi bien y me di cuenta que eran unas personas que no conocía…que eran unos completos extraños para mi…lo que también note en ese instante tan corto era que esos manes estaban súper buenos, solo se les veía la cara pero con eso bastaba…Nojoda, que tipos tan divinos…uno estaba rapado y el otro tenia el cabello rizado. Ambos estaban recién bronceaditos, tenían los ojos claros y unos dientes que parecían de comercial de Colgate…yo no salía del asombro porque uno de esos especímenes, el más alto y mas lindo, me miraba fijamente a los ojos, sin siquiera parpadear.
Que conste que yo soy una persona seria, una mujer casada y consiente de sus obligaciones…pero confieso que ante semejante espectáculo de hombre y en semejante situación, no pude evitar sentir como me subía una corriente por toda la espalda al mismo tiempo en que mi amor propio explotaba en el cielo en miles y miles de colores, como cohete de feria, como en Disney World. Solo atine a pensar: Arajo… ¡todavía levanto!
No salía yo de mi asombro y de mi admiración por el interés que mi otoñal belleza causaba en este adonis de perfil griego, me sentía yo cual flor primaveral en la cima del verde cerro donde alumbra mas el sol, cuando de pronto me hablo…y volteando la mirada hacia mi hijo, me dijo:
Suegra… ¡me lo cuida!
¿Eche como así?...Por supuesto, mi fantasía se deshizo en ese instante y caí de bruces desde la nube mas alta donde estaba encaramada, para darme de cara con la realidad. Enseguida mire a mi hijo que tenia la cara de un color rojo diablo, el ceño estaba tan fruncido que solo se le notaba una sola ceja y soltó una mirada que haría orinarse en sus pantalones al mismo Hannibal Lecter.
¿Conque estos son los desordenes que usted le gustan no?...nos vamos ya pa la casa!!!...fue lo único que me dijo, al mismo tiempo que el ya desilusionante Adonis y su compañero se despedían con un florido y armonioso: Nos vemos muñecote!...frase que solo hizo que le hirviera mas la sangre al pobre pelao.
Menos mal que la cosa fue tan rápida y tan silenciosa que nadie se la pillo…bueno, eso creo yo.
Acto seguido, nos fuimos de una vez para la casa…ese muchacho estaba furioso, pero aun así, le hice jurar sobre una Biblia del grueso de dos ladrillos, que no le fuera a contar a su papa nada de lo que había ocurrido. A los dos días ya estábamos de nuevo en la nevera.”
 Moraleja: Cuando estén en edad de merecer, si van a la guacherna…por favor, no vayan con la mamá.


Por
ERNESTO CARLOS HERAZO VERGARA

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